A pocas semanas de culminar el periodo legislativo y con el reloj electoral marcando el final del cuatrienio, el balance del paquete de reformas sociales impulsadas por el presidente Gustavo Petro deja más dudas que logros. Las apuestas centrales de su mandato —las reformas a la salud, laboral y pensional— no lograron el avance esperado, a pesar del discurso insistente de transformación estructural que ha acompañado su gobierno desde el inicio.
La única que alcanzó a cruzar el umbral legislativo fue la reforma pensional, ya aprobada por el Congreso y a punto de entrar en vigencia. No obstante, aún pende de un delgado hilo: el control constitucional que deberá ejercer la Corte Constitucional, donde su suerte es incierta. En este terreno, Petro se anotó una victoria relativa, aunque aún está por verse si será duradera.
En contraste, la reforma a la salud volvió a quedarse estancada. Por segunda vez en este periodo legislativo, naufragó en la Comisión Séptima de la Cámara. Allí ya se había hundido hace más de un año por falta de apoyo y, aunque esta vez sigue técnicamente viva —en fase de audiencias y redacción de ponencia—, es altamente improbable que logre aprobarse antes del 20 de junio, fecha en que finalizan las sesiones ordinarias del Congreso.
Donde más se concentra ahora la tensión política es en la reforma laboral, que ha tenido una historia accidentada y sigue pendiendo de las fuerzas cambiantes del Capitolio. Tras ser archivada en la Comisión Séptima, Petro redobló su apuesta con la convocatoria de una Consulta Popular para que los colombianos decidieran sobre los 12 puntos centrales de su propuesta. Sin embargo, el 14 de mayo la plenaria del Senado rechazó dicha convocatoria.
Pero en un giro inesperado —propio del ajedrez político colombiano—, una apelación permitió reabrir la discusión. La plenaria decidió entonces trasladar el proyecto a la Comisión Cuarta del Senado, donde ya se discutió y se espera que la votación definitiva en la plenaria ocurra entre el lunes 9 y el viernes 13 de junio. Este calendario dejaría margen para una eventual conciliación, si fuese necesaria, justo antes del cierre de sesiones.
Un Congreso dividido y un escenario incierto
El panorama en el Congreso es incierto y cambiante. El Pacto Histórico, pese a ser el partido de gobierno, ha anunciado que votará en contra del texto actual de la reforma laboral, argumentando que se han desdibujado los principios fundamentales de la propuesta original. A ese bloque se suman algunos senadores de la Alianza Verde, Comunes y un representante indígena, lo que sumaría unos 32 votos por el no.
En el Centro Democrático, la posición es ambigua. Aunque su línea tradicional ha sido opuesta a Petro, en esta ocasión algunos artículos podrían ser respaldados, especialmente si están dirigidos a mejorar condiciones laborales sin sobrecargar a los empleadores. Aun así, hay riesgo de que los trece senadores del uribismo decidan retirarse de la votación para no contribuir directamente al hundimiento del proyecto, lo cual podría facilitarle el paso.
Los liberales tienen su propio dilema. En la votación sobre la consulta popular, seis senadores estuvieron por el no y siete por el sí. Esta vez, la mayoría de la bancada estaría inclinada a respaldar la reforma si se ajustan temas clave como el pago de horas extras y dominicales, lo que puede mover la balanza.
En el Partido Conservador, 12 de los 15 senadores se mantienen firmes con el proyecto, mientras que los tres opositores, paradójicamente, son cercanos a Petro. En la U, que tiene 10 senadores, seis respaldaron la consulta popular y podrían mantenerse con la reforma, mientras que cuatro votarían por hundirla.
En un giro llamativo, Cambio Radical, férrea oposición a Petro durante todo el cuatrienio, muestra ahora una mayoría favorable: 9 de sus 11 senadores estarían por respaldar el proyecto, mientras que solo Temístocles Ortega y Ana María Castañeda se opondrían. También hay cuatro votos cristianos a favor.
Los Verdes, como coalición, llegarán divididos. Al menos seis senadores votarían por el no y siete por el sí, incluidos los del sector En Marcha.
Una apuesta que se puede esfumar
Con este enredo político, el panorama es volátil. El propio presidente ha reiterado que la reforma laboral es clave para garantizar “empleo digno” y superar el modelo de tercerización, pero su discurso no ha logrado la adhesión necesaria ni siquiera dentro de su coalición inicial.
A pocas semanas del cierre de sesiones, la posibilidad de que la reforma laboral se apruebe depende de alianzas impredecibles, ajustes de último minuto y una aritmética legislativa cargada de tensiones. Si no pasa, Petro se quedaría sin el principal legado social de su mandato, con tres reformas bandera frustradas y una agenda reformista que, pese a las promesas, no se materializó como esperaba.
Como suele decirse en la política colombiana: todo puede pasar hasta el último minuto. Y este capítulo todavía no está cerrado.
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